miércoles, 9 de julio de 2008

Uribe: El ascenso del führer tropical

"Yo no conozco eso de los derechos humanos. ¿Qué es eso?". "Los derechos humanos son una invención, muy sabia, de los marxistas"
Augusto Pinochet.


Por: Carlos Pandolfi

La tarde no tenia señales halagüeñas, el silencio se erguía de las copas de los arboles cómplice ante el diluvio que se asomaba a lo alto de la montaña, los testigos miraban con la mano en la barbilla a aquel hombre de discurso conciliador difícil de creer, sus palabras eran atendidas por un grupo reducido de 30 asistentes que dudaban el estar ahí, sus contendores días atrás habían logrado realizar intervenciones multitudinarias en ese mismo escenario colmado por cientos de estudiantes que expectantes querían verlos en vivo y en directo.

Las frases de este hombre atestiguadas por 30 espectadores repetían una vez, una y otra vez los mismos postulados en versión slogan: “Hay que estructurar una política de seguridad ciudadana”, “conformemos un estado comunitario” o “seguridad a los colombianos mediante estrategias que conecten a la población civil con las Fuerzas Armadas”.

La tarde no tenia señales halagüeñas, mucho menos las palabras entonadas a manera de himno rabioso por aquel lobo disfrazado de oveja, por aquel hombre diestro y siniestro en aquello que por años había aprendido a entretejer, a hilvanar cuidadosamente, a labrar desde las sombras: el arte de mentir.

La lluvia no se hizo esperar, el ayudante de quien recitaba aquel discurso retardario sostenía a regañadientes aquel paraguas negro en aquella tarde de luto. De repente uno de los asistentes soltó una pregunta- la misma que tal vez teníamos los 29 restantes-: señor ¿Qué puede decirnos usted de las sindicaciones que tiene de haber sido el creador de grupos paramilitares en Antioquia?, a lo que el hombre respondió eludiendo la pregunta con un tono incomodo pero “conciliador”. De repente dos de los asistentes se fueron, algo que no silenció la intervención de este “anónimo” candidato en aquella Universidad privada y aquel monologo de 40 minutos.

Para esa época el individuo en cuestión hacia sus primeras intervenciones en público de cara a las elecciones presidenciales de 2002 en Colombia. Según las encuestas, este candidato tenía el respaldo del 2% de los electores para ese entonces, superado ampliamente por sus contendores quienes lo miraban de reojo sin tomar demasiado en serio sus pretensiones.
Para esa misma época existía un amplio porcentaje de ciudadanos que le miraban escéptico y que tenían consciencia de su accionar y su prontuario, para aquel entonces existía algo de memoria sobre su paso fugaz por la gobernación de Antioquia, para aquel entonces no existía una complicidad masiva pues no se había consumado su ascenso mesiánico a la presidencia de Colombia.

Después, lo que todos sabemos, de aquel candidato que convocaba decenas de personas poco quedó, su breviario siniestro fue dejado a un lado, su biografía no autorizada desautorizada para venderse en Colombia, el desplante a Joseph Contreras periodista de Newsweek por parte de este individuo en medio de una entrevista cargada de preguntas comprometedoras para sus aspiraciones olvidada totalmente, las objeciones en contra suya en donde lo involucraban con violaciones a los derechos humanos dejadas atrás. Se hizo una reingeniería tácita de su imagen, un acuerdo entre empresarios y victimarios, acuerdo de tipo económico en el cual no hubo necesidad de usar la tradicional motosierra, tan útil para acallar a quienes han intentado protestar contra el accionar mafioso del establecimiento.

El ascenso de aquel “führer tropical” estaba consumado, el delirio y la paranoia colectiva empezaba a construirse, la sed de venganza del mesías estaba a flor de piel.

Después lo que todos sabemos, borrón y cuenta nueva, algunas reuniones a puerta cerrada con algunos presidentes de agremiaciones y emporios económicos, un poco de maquillaje mediático que implicaba la construcción del embrujo colectivo, la edificación solida del mesías capaz de derrotar a los “violentos”, información ligera sobre las propuestas de los postulantes acompañada de una invitación sobrentendida por parte del mass media para elegir al candidato que el receptor de la comunicación “eligiese libremente”, un lavado de cerebros en libertad premeditado y necesario para crear la figura de un ser humano cercano antes de depositar el voto en las urnas, mesías de “mano firme pero de corazón grande”, lejano, invisible después de acceder al poder.

Una vez en el poder de aquel hombre de discurso “moderado” y palabras conciliadoras poco quedó, de aquel hombre que convocaba 30 personas ni la sombra, de aquel sujeto que deambulaba en el crepúsculo del crimen y al que varios años le fue prohibida la visa de entrada a los Estados Unidos se hizo caso omiso.

Quizás 29 de los 30 desapercibidos asistentes de aquel discurso frenético y delirante en esa tarde lluviosa sufrieron los efectos del embrujo y ni siquiera recuerden haber estado allí, mucho menos el Mesías quien ahora galopa avante, contra la marcha y la respuesta social, cabalgando al lado de un paladín texano esquizofrénico, incendiario, titiritero diestro –como su padre- quien lo invita a hablar de negocios en privado con la condición de que lleve las rodilleras a ese lugar común donde ambos lucharon por estar y jamás han de salir: el fortín de las sombras.

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