
Antonio Gramsci.
Por: Carlos Pandolfi
Cuenta Aleida Guevara –hija de Ernesto- que en cierta oportunidad mientras se encontraba en Italia intempestivamente se le acerco un joven skinhead –cabeza rapada- de aproximadamente 17 años para decirle con toda la emoción del caso lo siguiente -“señora admiro profundamente la manera de pensar de su padre” lo la que sorprendió totalmente a tal punto de que ella tuvo que persuadirlo sobre su incongruencia ideológica en la que andaba y decirle quien era realmente su progenitor.
El ejemplo sale a colación ya que existe al interior de la militancia del Polo ese tipo de inconsistencia política en muchos de sus cuadros: polistas hablando a favor del TLC, polistas hablando de comunismo, pluralismo y socialismo mientras actúan de manera consumista, déspota y alienada, polistas que se confunden y dudan ante las circunstancias en las cuales el uribismo cínicamente pasa de acusado a acusador apoyado por despliegues mediáticos casi cinematográficos, hollywoodenses- como en los casos de la parapolitica, el enfrentamiento con la CSJ, la Yidispolitica entre otros-.
De acuerdo a este contexto en el cual se desenvuelve la situación actual, tenemos que estar conscientes del rumbo que hay que tomar, conscientes de la responsabilidad política y de la diferencia que existe entre ser simpatizante- forma de actuar encarnada en los seguidores acérrimos, casi ciegos del presidente Uribe- y militante -como deberían serlo todos aquellos que de una u otra manera participamos en este proyecto social llamado polo democrático Alternativo-, la diferencia podríamos situarla básicamente en el compromiso político que distancia a ambas posiciones y que se ve reflejado en el discernimiento, acción que se solo se da cuando el individuo posee la suficiente información, libertad y ética para efectuarlo.
Para entender esto último se hace preciso darnos cuenta de lo que buscan ambas posiciones: el uribismo y su idea acérrima de implantar una cultura militar aplicada a la sociedad civil y su contraparte representada en la defensa de una sociedad más pluralista que defiende una verdadera sociedad política. Como lo definiera alguna vez el célebre periodista argentino Pablo Giusanni la diferencia entre una comunidad militar y una comunidad política radica en que la primera vive en función de un solo fin estratégico, que por su singularidad no está sujeto a discusión –en donde la palabra del mesías está por encima del bien y el mal- , mientras que la segunda tiene delante un amplio abanico de fines posibles que por su pluralidad son en cambio discutibles, opinables, susceptibles de ser encarados como objeto de una elección.
Lo anterior nos obliga a replantear de base nuestra cultura política, tentada al máximo por la provocación y la pobre argumentación de nuestros contendores, que por momentos nos confunde haciéndonos creer que el campo de batalla es el de la “agresión verbal” y nos desvía del campo ideológico y de debate político civilizado, por ello, nuestra finalidad no debe ser la destrucción y el desprestigio sino la construcción y la propuesta, en esos dos ámbitos deberíamos centrar nuestras verdaderas energías para develar la mediocridad de quien nos intenta silenciar con estupideces, con cortinas de humo.
Por ello, tenemos que dejar de ser simples simpatizantes, y entender de una vez por todas que simpatizando no vamos lograr que la fuerza electoral se incline a nuestro favor, simpatizante puede ser cualquiera: desde un hincha de un equipo de futbol hasta una señora desprevenida que espera que la representante colombiana gane miss universo, por lo tanto la frivolización de la política obedece a un proceso de desinformación premeditada por parte de los medios de comunicación que tiene como finalidad manipular políticamente a la población al mostrarle una visión unipolar de las situaciones para ejercer un control más eficaz sobre la misma –en completo asocio con los ámbitos de poder-
Para ir más lejos podríamos definir ambas posiciones de la siguiente manera: El militante posee una interioridad al discurso que lo produce, se hace responsable de su accionar y sus palabras. Por el contrario, el simpatizante no tiene ninguna obligación y no precisa de conciencia alguna. No requiere interioridad sino superficialidad. Esa superficialidad debe ser flexible y dinámica, sin nudos ni opacidades, sin problemas ni obstáculos. El simpatizante que a su vez es espectador no opera en el régimen del pensamiento sino en el de la especulación. Una especulación gratuita liberada de toda responsabilidad por sus efectos.
En ese orden de ideas si nos convertimos en simples simpatizantes de la izquierda vamos a caer en la confusión producida por la información -que realmente es todo lo contrario- que nos llega de primera mano de los medios convencionales y de paso ayudaremos a que el muro de la censura y el no pensamiento sea mas solidó, permitiendo que sean ellos -el mass media- quienes nos impongan las directrices y los lineamientos de lo que a su modo de ver es correcto decir o no. Por ello, cabe lugar traer a colación la siguiente pregunta ¿debemos permitir que RCN, Caracol y/o El Tiempo tengan en sus manos el monopolio de la censura?
Lo anterior mas que un planteamiento o una advertencia es una invitación escueta a que hagamos algo concreto, algo que realmente no requiere de ningún sacrificio, algo tangible: leer y apoyar al máximo a los medios independientes -medios tales como las el periódico del polo, las publicaciones mensuales desde abajo, le monde diplomatique, y portales como indymedia, mediosparalapaz.org, prensarural.org así como los portales de cientos de ONG´s y portales internacionales como rebelión.org que manejan información confiable y tangible sobre el conflicto armado y las problemáticas sociales de Colombia en general.
De la misma manera, se hace más que necesario por parte nuestra indagar al máximo sobre la historia y la raíz de los problemas de nuestro país lo cual nos llevara a fundamentar las razones históricas del proyecto político que actualmente desarrolla la izquierda Colombiana reunida en el Polo Democrático Alternativo. Todo con el fin de desarrollar y construir un pensamiento solidó que solvente nuestro criterio, el cual una vez desarrollado nos va a permitir interactuar de manera más fácil y confrontar con otros el producto final de este proceso: el debate y la opinión.
De otro lado, para lograr cierto efecto en nuestro ejercicio pro-activo es necesario afianzar el voz a voz, afianzar la interacción con otros, construir colectivamente un pensamiento colectivo que devele, que desentrañe al máximo aquella mentalidad “pequeño-burguesa” que ha calado tan fuerte en la clase media y parte de la que se hace llamar militancia y que no corresponde a su realidad actual ni histórica, poniendo sobre la mesa elementos que visualicen a quien representa, a quien favorece realmente y quien realmente es quien se ve afectado de manera directa por las políticas excluyentes y neoliberales del actual gobierno, de esta manera podemos realmente recuperar en parte los espacios perdidos por la falta de acceso a los medios masivos-a excepción de Internet por supuesto, el cual no goza de la misma masividad de la televisión y la prensa-.
De eso (la parcialización y acomodo de los medios masivos) debemos estar totalmente conscientes quienes sabemos que el objetivo en común de los grupos económicos que son dueños de los grandes medios -Grupo editorial planeta, familias santos y santo domingo- es desprestigiar al polo, deslegitimar sus acciones políticas, reducir al máximo su alcance, darle migajas de atención a ciertos miembros de nuestra colectividad que simpatizan con ciertas políticas del actual gobierno -no es necesario nombrarlos- mientras se sataniza, se margina a todos aquellos dirigentes de la colectividad que proponen, que plantean posiciones distintas a las establecidas por valga la redundancia el “establecimiento” -miembros como Carlos Gaviria Díaz y Jorge Robledo entre otros-. ¿Con que fin? Con el fin de lograr mantener la hegemonía histórica que han tenido y que les ha permitido duplicar, triplicar su fortuna a expensas de la explotación de cientos de miles de trabajadores que se han mantenido oprimidos y sin participación en las decisiones, en el rumbo político y social de nuestro país, mirando como la brecha de ingresos se aumenta día a día sin que haya reformas de fondo que mitiguen este fenómeno histórico.
El fin como tal es evitar a toda costa que el ciclo histórico de los grupos dominantes termine a manos de la victoria en las urnas del Polo.
El polo emerge precisamente como esa coyuntura política tan necesaria en nuestra sociedad, en pro de los derechos esta inmensa mayoría: la de los asalariados, la de los trabajadores que devengan menos del salario mínimo y menos que eso, en pro de los grupos étnicos, en pro de las diversas manifestaciones culturales y sexuales sin ningún tipo de exclusión, a favor de la reivindicación de los derechos de los desplazados a los cuales pareciera que el gobierno “les hiciera un favor” con cualquier migaja que Arias y Palacios les de, desplazados que a decir verdad no merecen ser tratados como si fuesen ellos los culpables de los crímenes de sus victimarios, y cuya situación solo puede ser resuelta partiendo de una política de reparación y verdad integra que no puede ser reducida a un simple “trato” entre un gobierno cómplice y una autodefensa cínica.
Por ello hoy mas que nunca es necesario hacer un llamado a la unidad de la izquierda y de todos los movimientos sociales nacionales encarnados en los actos y en las frases que emergen como faros reveladores de los discursos pronunciados por Jorge Eliécer Gaitán- los cuales han querido borrar de la memoria colectiva de la misma manera que han querido callar el pensamiento y voz contestataria de Gloria, su hija- “ay de que las oligarquías liberales y conservadoras se unan, el pobre será más pobre y el rico será más rico”. Por eso hoy más que nunca debemos estudiar la verdad histórica, verdad que se encuentra en los libros y no en la verdad histórica que el mass media a través de los años ha posicionado de manera engañosa en el imaginario colectivo.
No es una tarea fácil crecer, echar raíces en medio del desierto, no es una tarea sencilla dejar de “comer entero”, denunciar, pero es nuestra obligación moral y política convertirnos en los pioneros de la salvación a esta barbarie, sacar a la sociedad del pantano para no tener que cargar con el lastre de haber sido los cómplices de un crimen anunciado de antemano o peor aun “los testigos de una masacre que deciden dejar en los pasillos la verdad mientras observan impotentes su silencio en publico”.
Cuenta Aleida Guevara –hija de Ernesto- que en cierta oportunidad mientras se encontraba en Italia intempestivamente se le acerco un joven skinhead –cabeza rapada- de aproximadamente 17 años para decirle con toda la emoción del caso lo siguiente -“señora admiro profundamente la manera de pensar de su padre” lo la que sorprendió totalmente a tal punto de que ella tuvo que persuadirlo sobre su incongruencia ideológica en la que andaba y decirle quien era realmente su progenitor.
El ejemplo sale a colación ya que existe al interior de la militancia del Polo ese tipo de inconsistencia política en muchos de sus cuadros: polistas hablando a favor del TLC, polistas hablando de comunismo, pluralismo y socialismo mientras actúan de manera consumista, déspota y alienada, polistas que se confunden y dudan ante las circunstancias en las cuales el uribismo cínicamente pasa de acusado a acusador apoyado por despliegues mediáticos casi cinematográficos, hollywoodenses- como en los casos de la parapolitica, el enfrentamiento con la CSJ, la Yidispolitica entre otros-.
De acuerdo a este contexto en el cual se desenvuelve la situación actual, tenemos que estar conscientes del rumbo que hay que tomar, conscientes de la responsabilidad política y de la diferencia que existe entre ser simpatizante- forma de actuar encarnada en los seguidores acérrimos, casi ciegos del presidente Uribe- y militante -como deberían serlo todos aquellos que de una u otra manera participamos en este proyecto social llamado polo democrático Alternativo-, la diferencia podríamos situarla básicamente en el compromiso político que distancia a ambas posiciones y que se ve reflejado en el discernimiento, acción que se solo se da cuando el individuo posee la suficiente información, libertad y ética para efectuarlo.
Para entender esto último se hace preciso darnos cuenta de lo que buscan ambas posiciones: el uribismo y su idea acérrima de implantar una cultura militar aplicada a la sociedad civil y su contraparte representada en la defensa de una sociedad más pluralista que defiende una verdadera sociedad política. Como lo definiera alguna vez el célebre periodista argentino Pablo Giusanni la diferencia entre una comunidad militar y una comunidad política radica en que la primera vive en función de un solo fin estratégico, que por su singularidad no está sujeto a discusión –en donde la palabra del mesías está por encima del bien y el mal- , mientras que la segunda tiene delante un amplio abanico de fines posibles que por su pluralidad son en cambio discutibles, opinables, susceptibles de ser encarados como objeto de una elección.
Lo anterior nos obliga a replantear de base nuestra cultura política, tentada al máximo por la provocación y la pobre argumentación de nuestros contendores, que por momentos nos confunde haciéndonos creer que el campo de batalla es el de la “agresión verbal” y nos desvía del campo ideológico y de debate político civilizado, por ello, nuestra finalidad no debe ser la destrucción y el desprestigio sino la construcción y la propuesta, en esos dos ámbitos deberíamos centrar nuestras verdaderas energías para develar la mediocridad de quien nos intenta silenciar con estupideces, con cortinas de humo.
Por ello, tenemos que dejar de ser simples simpatizantes, y entender de una vez por todas que simpatizando no vamos lograr que la fuerza electoral se incline a nuestro favor, simpatizante puede ser cualquiera: desde un hincha de un equipo de futbol hasta una señora desprevenida que espera que la representante colombiana gane miss universo, por lo tanto la frivolización de la política obedece a un proceso de desinformación premeditada por parte de los medios de comunicación que tiene como finalidad manipular políticamente a la población al mostrarle una visión unipolar de las situaciones para ejercer un control más eficaz sobre la misma –en completo asocio con los ámbitos de poder-
Para ir más lejos podríamos definir ambas posiciones de la siguiente manera: El militante posee una interioridad al discurso que lo produce, se hace responsable de su accionar y sus palabras. Por el contrario, el simpatizante no tiene ninguna obligación y no precisa de conciencia alguna. No requiere interioridad sino superficialidad. Esa superficialidad debe ser flexible y dinámica, sin nudos ni opacidades, sin problemas ni obstáculos. El simpatizante que a su vez es espectador no opera en el régimen del pensamiento sino en el de la especulación. Una especulación gratuita liberada de toda responsabilidad por sus efectos.
En ese orden de ideas si nos convertimos en simples simpatizantes de la izquierda vamos a caer en la confusión producida por la información -que realmente es todo lo contrario- que nos llega de primera mano de los medios convencionales y de paso ayudaremos a que el muro de la censura y el no pensamiento sea mas solidó, permitiendo que sean ellos -el mass media- quienes nos impongan las directrices y los lineamientos de lo que a su modo de ver es correcto decir o no. Por ello, cabe lugar traer a colación la siguiente pregunta ¿debemos permitir que RCN, Caracol y/o El Tiempo tengan en sus manos el monopolio de la censura?
Lo anterior mas que un planteamiento o una advertencia es una invitación escueta a que hagamos algo concreto, algo que realmente no requiere de ningún sacrificio, algo tangible: leer y apoyar al máximo a los medios independientes -medios tales como las el periódico del polo, las publicaciones mensuales desde abajo, le monde diplomatique, y portales como indymedia, mediosparalapaz.org, prensarural.org así como los portales de cientos de ONG´s y portales internacionales como rebelión.org que manejan información confiable y tangible sobre el conflicto armado y las problemáticas sociales de Colombia en general.
De la misma manera, se hace más que necesario por parte nuestra indagar al máximo sobre la historia y la raíz de los problemas de nuestro país lo cual nos llevara a fundamentar las razones históricas del proyecto político que actualmente desarrolla la izquierda Colombiana reunida en el Polo Democrático Alternativo. Todo con el fin de desarrollar y construir un pensamiento solidó que solvente nuestro criterio, el cual una vez desarrollado nos va a permitir interactuar de manera más fácil y confrontar con otros el producto final de este proceso: el debate y la opinión.
De otro lado, para lograr cierto efecto en nuestro ejercicio pro-activo es necesario afianzar el voz a voz, afianzar la interacción con otros, construir colectivamente un pensamiento colectivo que devele, que desentrañe al máximo aquella mentalidad “pequeño-burguesa” que ha calado tan fuerte en la clase media y parte de la que se hace llamar militancia y que no corresponde a su realidad actual ni histórica, poniendo sobre la mesa elementos que visualicen a quien representa, a quien favorece realmente y quien realmente es quien se ve afectado de manera directa por las políticas excluyentes y neoliberales del actual gobierno, de esta manera podemos realmente recuperar en parte los espacios perdidos por la falta de acceso a los medios masivos-a excepción de Internet por supuesto, el cual no goza de la misma masividad de la televisión y la prensa-.
De eso (la parcialización y acomodo de los medios masivos) debemos estar totalmente conscientes quienes sabemos que el objetivo en común de los grupos económicos que son dueños de los grandes medios -Grupo editorial planeta, familias santos y santo domingo- es desprestigiar al polo, deslegitimar sus acciones políticas, reducir al máximo su alcance, darle migajas de atención a ciertos miembros de nuestra colectividad que simpatizan con ciertas políticas del actual gobierno -no es necesario nombrarlos- mientras se sataniza, se margina a todos aquellos dirigentes de la colectividad que proponen, que plantean posiciones distintas a las establecidas por valga la redundancia el “establecimiento” -miembros como Carlos Gaviria Díaz y Jorge Robledo entre otros-. ¿Con que fin? Con el fin de lograr mantener la hegemonía histórica que han tenido y que les ha permitido duplicar, triplicar su fortuna a expensas de la explotación de cientos de miles de trabajadores que se han mantenido oprimidos y sin participación en las decisiones, en el rumbo político y social de nuestro país, mirando como la brecha de ingresos se aumenta día a día sin que haya reformas de fondo que mitiguen este fenómeno histórico.
El fin como tal es evitar a toda costa que el ciclo histórico de los grupos dominantes termine a manos de la victoria en las urnas del Polo.
El polo emerge precisamente como esa coyuntura política tan necesaria en nuestra sociedad, en pro de los derechos esta inmensa mayoría: la de los asalariados, la de los trabajadores que devengan menos del salario mínimo y menos que eso, en pro de los grupos étnicos, en pro de las diversas manifestaciones culturales y sexuales sin ningún tipo de exclusión, a favor de la reivindicación de los derechos de los desplazados a los cuales pareciera que el gobierno “les hiciera un favor” con cualquier migaja que Arias y Palacios les de, desplazados que a decir verdad no merecen ser tratados como si fuesen ellos los culpables de los crímenes de sus victimarios, y cuya situación solo puede ser resuelta partiendo de una política de reparación y verdad integra que no puede ser reducida a un simple “trato” entre un gobierno cómplice y una autodefensa cínica.
Por ello hoy mas que nunca es necesario hacer un llamado a la unidad de la izquierda y de todos los movimientos sociales nacionales encarnados en los actos y en las frases que emergen como faros reveladores de los discursos pronunciados por Jorge Eliécer Gaitán- los cuales han querido borrar de la memoria colectiva de la misma manera que han querido callar el pensamiento y voz contestataria de Gloria, su hija- “ay de que las oligarquías liberales y conservadoras se unan, el pobre será más pobre y el rico será más rico”. Por eso hoy más que nunca debemos estudiar la verdad histórica, verdad que se encuentra en los libros y no en la verdad histórica que el mass media a través de los años ha posicionado de manera engañosa en el imaginario colectivo.
No es una tarea fácil crecer, echar raíces en medio del desierto, no es una tarea sencilla dejar de “comer entero”, denunciar, pero es nuestra obligación moral y política convertirnos en los pioneros de la salvación a esta barbarie, sacar a la sociedad del pantano para no tener que cargar con el lastre de haber sido los cómplices de un crimen anunciado de antemano o peor aun “los testigos de una masacre que deciden dejar en los pasillos la verdad mientras observan impotentes su silencio en publico”.