Por: Carlos Pandolfi
"Tuve tanta autoridad que hasta reemplacé al Bienestar Familiar en las peleas de esposos. Ahora, algunos nos consideran unos monstruos".
* Declaración del paramilitar “Carlos tijeras” en su presentación ante la Fiscalía de Justicia y Paz
"Los paracos nos amarraron y separaron a dos muchachos. Uno trajo El Alacrán y los demás nos obligaron a mirar cómo les pasaban la motosierra". Sobre sus labios la tenue luz del local hizo brillar gotas de sudor.
“Lo vimos flotar toda una tarde y lo tratamos de empujar hacia el centro del río con una vara larga, pero siempre volvía. No supimos quién era porque los peces lo habían dejado sin cara, pero parecía de aquí. Quería quedarse"
* Declaraciones de victimas de La Gabarra, Norte de Santander
Poco menos que estupefacta tendría que declararse la ciudadanía en general si se enterara de manera oportuna e imparcial de los crímenes cometidos por los grupos armados, en especial los relacionados con los paramilitares y el gobierno, crímenes que han obedecido a ordenes expresas de mandos superiores que han tenido que ver con todo menos con lo que supuestamente esgrimen como “lucha contra el terrorismo”, crímenes realizados de manera selectiva y arbitraria y cuyo fin no ha sido otro que el lucro de unos pocos a costas del sufrimiento de millones de compatriotas.
Los testimonios de las victimas y su padecimiento a lo largo de todos estos años han sido desgarradores, el desplazamiento forzado, la persecución política dentro y fuera de nuestro territorio a lideres políticos, los falsos positivos y las torturas cometidas por grupos armados de diversas índoles (Militares, Paramilitares, Guerrilla) son temas demasiado serios para ser frivolizados, estigmatizados o en su efecto omitidos por la ciudadanía y los entes gubernamentales.
Las declaraciones realizadas por “ilustres” servidores públicos como José Obdulio Gaviria, “ilustres intelectuales” como Plinio Apuleyo Mendoza y el ofuscamiento repentino de la cúpula alta del ejército contra el periódico El Espectador, el cual se adhirió a la marcha dejando en claro los motivos por los cuales se unía (rendir tributo a las victimas de los crímenes de estado y el paramilitarismo) son algunas de las razones por las cuales la movilización toma todavía más fuerza.
En un estado de “derecho” donde supuestamente las libertades individuales y colectivas deben primar, nos encontramos con una censura deliberada y una desinformación operante inducida por los medios de comunicación, medios que deciden que editar y que no, entes informativos que en lugar de cumplir con una función comunicativa responsable se dedican a pronunciarse de manera parcializada sobre el acontecer nacional.
Adicionalmente pareciese que no es suficiente con esto, motivo por el cual se hace necesario mostrar de manera descarada su afiliación política y generar odio, discordia, zozobra, miedo y paranoia en los televidentes como forma de lograr llegar a la cima del “inconsciente colectivo” (algo que se conoce en el mundo del lenguaje de medios publicitarios como “top of mind”).
Seguidamente encontramos como esta desinformación establecida se convierte en cómplice de los victimarios al omitir los sucesos, declaraciones y consecuencias de los actos perpetrados de manera sádica por grupos armados, agrupaciones que ven en esto una oportunidad de apoderarse de millones de hectáreas de tierras (3 millones según datos oficiales y 6 según información extraoficial) de manera impune mientras el gobierno utiliza a la red de acción social y su programa “tierras y patrimonio” como el ente burocrático que encubre el accionar bélico de los grupos de la extrema derecha, recibiendo radicados de cientos de desplazados a diario con una fingida cara de preocupación a sabiendas de que ninguno de estos reclamos será leído o llegará a “buen puerto”.
Son muchos los miles de victimas de esta violencia sin tregua, somos muchos, muchísimos aquellos quienes sentimos de manera sincera lo que sucede con nuestros compatriotas, demasiados como para hacernos oír sin empuñar las armas, sin caer en la trampa del “belicismo mercenario” al que nos quieren llevar.
Somos muchos, demasiados los que vivimos el día a día procurando actuar de manera ética, responsable, solidaria sin dejarnos llevar por el individualismo y la alienación reinante, sin embargo se hace cada vez mas difícil luchar contra ese encasillamiento arbitrario que realizan contra todos aquellos cientos de miles de personas que hacemos parte de la oposición, tildándonos de “guerrilleros” o “terroristas” tratándonos de callar en primera instancia verbalmente y en segunda instancia exponiéndonos con sus posiciones irresponsables a convertirnos en las nuevas “victimas de crímenes de estado y el paramilitarismo”.
Mucho nos queda por hacer, muchos espacios por conquistar, mucho por aportar a lograr una sociedad consciente, con responsabilidad democrática, capaz de entender que en el debate se construye y se fortalece el “inconsciente colectivo” para librarse de cualquier amenaza de absolutismo e imposición de ideas en ese juego actual del “estas conmigo o eres terrorista”.
Por ahora lo anterior es simple y llana utopía, por ahora la lógica y la razón parecen escasear en un país que se debate entre dilemas profundos: entre ver la novela de las ocho de Caracol o la del mismo horario transmitida por RCN. Mientras la gran masa complementa su dosis de drama televisivo con algo de barbarie, la opinión pública tiende a desaparecer.
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