VN: Una cosa que es bastante preocupante es la americanización de la política europea, que creo que está pasando en todas partes. Incluso la izquierda europea parece haber perdido su lenguaje. Por ejemplo, los líderes de izquierdas no hablan de la clase trabajadora, sino que lo hacen de las clases medianas. La lucha de clases ha desaparecido del todo en el discurso de las izquierdas. Es un desarrollo bastante preocupante: el lenguaje político americano se está haciendo presente en Europa ahora, coincidiendo con la enorme debilidad de la izquierda en aquel continente.
Esta americanización de la vida política europea parece paradójica, porque esto tiene lugar en el mismo momento en que la influencia de los EE.UU. se está reduciendo en el mundo. Europa es cada vez más parecida a los EE.UU.. Los partidos políticos, por ejemplo, han perdido su fuerza y valor.
Más que partidos políticos, lo que vemos son las redes de comunicación de los líderes políticos. Y la política se convierte en un show, un show teatral. Cómo hemos comentado antes en nuestra conversación, se presentan eslóganes sin ningún significado. ¿Cómo explicarías, pues, que en un momento en el cual la influencia de los EE.UU. se está reduciendo, los valores políticos y culturales del establishment de los EE.UU. sean cada vez más dominantes en Europa?
NC: Este es un tema muy amplio, pero cojamos sólo unos cuántos elementos. Si miramos algo atrás en la historia, vemos que Europa fue la región más salvaje y brutal del mundo durante siglos. Establecer el sistema nación-estado en Europa fue un programa de asesinatos y destrucción en masa.
En el siglo XVII, probablemente un 40% de la población de Alemania fue eliminada por culpa de la guerra. Durante este proceso de salvajismo y brutalidad, Europa creó una cultura de salvajismo y una tecnología de salvajismo que le permitió conquistar el mundo. Y el resto de Europa no se valió de políticas más suaves. Incluso un país tan pequeño como Bélgica fue capaz de matar probablemente unos 10 millones de personas en el Congo.
Todo esto, evidentemente estaba asociado con la arrogancia racista más extrema, y finalmente culminó en dos guerras mundiales. Desde la Segunda Guerra Mundial , Europa ha estado en paz, no porque los europeos se hayan vuelto pacifistas, sino porque se dieron cuenta que la próxima vez que se pusieran a jugar al juego de matarse los unos a los otros, seguramente acabarían eliminando toda la población mundial. Han creado una cultura de salvajismo y una tecnología de destrucción tan grande que este juego se ha tenido que acabar.
La Segunda Guerra Mundial representó también un cambio muy acusado en el poder mundial. Los EE.UU. habían sido la economía más poderosa en el mundo durante mucho tiempo, mucho más poderosa que la de Europa , pero no tenía un papel tan relevante en los asuntos globales. Dominaba el hemisferio occidental y hacía incursiones hacia el Pacífico, pero en la esfera política permanecía en un segundo plano respecto de Inglaterra e incluso de Francia.
La Segunda Guerra Mundial , sin embargo, lo cambió todo. Los EE.UU. se beneficiaron enormemente de la guerra, y el resto del mundo quedó gravemente afectado y destruido. La guerra acabó con la Depresión , la producción industrial prácticamente se cuadruplicó. Los EE.UU. acabaron la guerra poseyendo literalmente la mitad de la riqueza mundial y con una incomparable fuerza a nivel militar y de seguridad.
Los planificadores del gobierno federal ya sabían que esto pasaría. Planificaron una situación de dominación global en la cual no se toleraría que los otros países ejercieran su soberanía. En Europa, al final de la guerra, hubo una oleada de democracia radical, de antifascismo, de resistencia, de movilización obrera –bastante significativo en algunos casos– y la primera tarea de los EE.UU. y de la Gran Bretaña , los conquistadores, fue ahogar este intento. Así que, en un país tras otro, incluyendo el Japón, la primera tarea de los denominados liberadores fue ahogar la resistencia al fascismo y reinstaurar el orden tradicional. Quizás no con el mismo nombre, pero sí con los mismos líderes. Fue una batalla que no pasó de un día a otro.
Por ejemplo, Italia era probablemente el objetivo principal de la subversión de la CIA , como mínimo hasta los años 1970, para intentar limitar la democracia italiana, debilitando el movimiento obrero cuyo crecimiento no podía ser tolerado. En caso contrario, el orden económico que ellos dominaban podría hundirse gradualmente. De ahí que las élites europeas tuvieron que aceptar una posición en la cual los EE.UU. pasaba a ocupar su rol tradicional de dirigente mundial que hacía uso del salvajismo y de la barbarie. Las élites europeas aceptaron este cambio, compartiendo parte de las ganancias que EE.UU. conseguía, consecuencia de su dominio global.
No es que los demócratas radicales perdieran en Europa completamente –de hecho, ganaron un nivel importante de democracia social. En realidad, los europeos viven mejor que los estadounidenses en muchos ámbitos: están más sanos, son más altos, tienen más tiempo de ocio. Los EE.UU., especialmente a partir de los años 1970, tienen aproximadamente el número más alto de horas de trabajo en todo el mundo industrial, con los sueldos más bajos, los peores beneficios sociales, y los peores resultados en el ámbito de la salud. Fijémonos sólo en la altura de las personas: cuando un americano viaja a Europa, la primera cosa que le sorprende es lo alto que es todo el mundo, y esto es literalmente verdad.
Por lo tanto, Europa ha obtenido muchas ganancias de su posición subordinada –dejad que los EE.UU. vayan al frente en la carrera de la destrucción, de la masacre, etc.– y esto ha hecho que se adquiriera un cierto grado de complacencia. Podríamos decir que los europeos casi respiran aliviados: tras siglos de salvajismo y barbarie, nos relajaremos e iremos detrás de otro, dejaremos que otro lo haga por nosotros y nos dedicaremos simplemente a disfrutar de los beneficios.
Las clases políticas, las clases empresariales, etc., no ponen ninguna objeción a esta actitud. Aquello que tú denominas “americanización” es realmente la extensión del control de las clases empresariales europeas. Las clases empresariales europeas están muy satisfechas. Están estrechamente integradas con las clases empresariales de los EE.UU.. Quizás existe algún conflicto, pero están realmente integradas de manera bien estrecha con los EE.UU..
Si nos fijamos en el supuesto conflicto entre las clases empresariales de los dos continentes, vemos algo que es muy interesante. Supuestamente tenemos un mercado libre, o así debería ser, considerando la ideología dominante. De hecho, sin embargo, tenemos un sistema económico basado en el estado.
El dinamismo de la economía de alta tecnología proviene en gran medida del sector público, de lugares como este en el que nos encontramos ahora mismo [Massachusetts Institute of Technology], que hacen la investigación básica que entonces se ofrece a capitales privados para explotarla. A menudo se expresa en formas casi cómicas. Un ejemplo es la industria aeronáutica, una de las principales industrias exportadoras. La industria de la aviación civil está dominada actualmente por dos empresas, Airbus y Boeing, las cuales están enfrentadas constantemente en la Organización Mundial del Comercio para ver cuál consigue más subsidios del estado. De hecho, las dos empresas son filiales de los poderes públicos. En los EE.UU., las compañías aéreas comerciales son en gran medida filiales de Air Force y Aerospace del gobierno federal, y no existirían sin estas entidades.
En Europa, la industria de la aviación civil recibe impresionantes subvenciones del estado. Recientemente, se manifestó una gran protesta en los EE.UU. por el hecho de que Airbus hubiera ganado un contrato para abastecer de combustible los aviones de la Air Force americana. Ahora bien, cuando miramos el contrato podemos ver que, en realidad, el contrato es con una empresa americana trabajando conjuntamente con Airbus. En realidad, estas empresas están altamente integradas. Y esto es lo que denominamos un mercado libre: industrias con base pública integradas la una con la otra. Pero , para las clases empresariales europeas y americanas, esta es una situación aceptable, y dado que ellos dominan en gran medida sus sociedades, no hay ningún problema.
En cuanto al otro componente de la pregunta que me haces: Sí, bajo la superficie continúa existiendo una lucha de clases, que aflora constantemente y existe el riesgo para el establishment que pueda explotar. De ahí que nadie hable de clases. El establishment constantemente niega su existencia. Una de mis hijas es profesora en un colegio del Estado que tiene estudiantes de familias relativamente pobres, las aspiraciones de los cuales son llegar a ser, mayoritariamente, enfermeras o policías, o algún trabajo parecido. El primer día de clase, ella siempre les pide que se presenten, que identifiquen su clase social, que escojan una palabra que los clasifique.
La mayoría no han oído hablar nunca de ello, pues en EE.UU se supone que no se ha de utilizar esta palabra. Las respuestas que obtiene son “clase baja” o “clase media”. Si tu padre trabaja de portero en algún lugar, perteneces a la clase media. Si tu padre está en la cárcel o está en paro, perteneces a la clase “baja”. Estas son las dos clases posibles. Esta es una trampa ideológica. La idea que la clase depende de quien da las órdenes y de quien las recibe se escapa de la conciencia. Ahora bien, bajo esta percepción existe una conciencia de clase. En cuanto hablas con gente de clase trabajadora, te responden inmediatamente porque así lo sienten.
VN: Te había prometido que no te robaría demasiado tiempo. Déjame hacerte una última pregunta, una personal. Mucha gente en cualquier parte del mundo te está enormemente agradecida por el trabajo que haces, pero, permíteme esta pregunta ¿de dónde sacas las fuerzas? ¿Cómo consigues continuar adelante? Aquí te vemos, en el centro del imperio, dirigiéndote muy claramente a las fuerzas del poder y siendo silenciado, condenado al ostracismo, marginado. Mientras tanto, en el resto del mundo, la gente te admira, lee tu obra y la encuentra extremadamente útil.
NC: No me siento marginado en los EE.UU.. Cuando llegue a casa esta noche, me pasaré cinco horas respondiendo correos electrónicos, y probablemente docenas de cartas serán invitaciones.
VN: Me refiero al hecho que estás marginado por las estructuras del poder.
NC: No me importan las estructuras del poder, no es dónde vivo. Si no me vieran como enemigo suyo, pensaría que algo no hago bien. Por esto, tengo una fotografía de la portada de la revista [The American Prospect] que te comentaba antes en un lugar tan visible.
VN: Es la mejor manera de indicar que estás haciendo lo que debes hacer.
NC: Sí, estoy haciendo lo que debo hacer. En parte es esto. Pero aquello que me hace continuar trabajando son cosas como las que ilustran fotografías como aquellas de allá [señalando]. Una muestra, la que fue la peor masacre laboral de la historia. En Chile , hace un siglo, en Iquique, los mineros trabajaban en las minas en condiciones realmente indescriptibles. Ellos y sus familias se manifestaron en dirección a la ciudad para pedir un ligero aumento de sus salarios. Los propietarios británicos de las minas los recibieron, los hicieron entrar en el patio de una escuela, les permitieron que empezaran su reunión, y después hicieron entrar a los soldados y les dispararon a todos: hombres, mujeres y niños.
Nadie sabe cuánta gente mataron –no contamos el número de gente que matamos– quizás millares. Tuvo que pasar un siglo antes de que se hiciera alguna conmemoración. Esto [muestra la fotografía] es un pequeño monumento que vi el año pasado; había sido colocado por gente joven que apenas empezaba a romper las cadenas de hierro de la dictadura. No es sólo Pinochet. Chile tiene una historia amarga de violencia y represión de estado. Pero ahora lo están superando. Por lo tanto, sí, hubo una atrocidad, y ahora se empieza a prestarle atención.
Aquella otra de allá [señalando] es – la podrás reconocer– una pintura que me regaló un cura jesuita. Por un lado, está el arzobispo Romero, que fue asesinado el año 1980. Justo delante de él, están seis importantes intelectuales, curas jesuitas, a quienes mataron el 1989 unas fuerzas terroristas dirigidas por los EE.UU. que ya habían reunido un récord horroroso de masacres de víctimas corrientes. Y el Àngel de la Muerte , justo por encima de ellos. Este acontecimiento lo trajo Reagan –no el tío alegre. Esta es la realidad de los años 80. La coloqué aquí para que me recordara el mundo real. Pero ha sido un interesante test Rorschach.
Casi nadie en los EE.UU. sabe lo qué es; ya que nosotros fuimos responsables de la masacre, no lo sabemos. La gente en Europa, quizás un 10%, sabe qué es. En América del Sur, diría, todo el mundo sabe qué es. Hasta hace poco. Ahora, la gente joven no lo sabe porque a ellos, también, se les está haciendo olvidar la historia. La historia y la realidad son demasiada peligrosas. Por un lado, ahora vuelven. La conmemoración de Iquique fue mayoritariamente iniciada por gente joven, en un intento de revuelta, queriendo recuperar el pasado, recuperar el idealismo, y hacer algo. Por lo tanto, esto es suficiente, más que suficiente, diría, para hacerme continuar adelante.